“Cada gota, cada idea,
cada paso en mi carrera
y la estrofa de mi última canción
cada fecha postergada
la salida y la llegada
y el oxígeno de mi respiración.
Y todo a pulmón,
todo a pulmón…”
Pedro, Pablo, Lourdes, Gonzalo, Conrado, Alfonso, Alejandro, Francisco y Ramón. Nueve nombres y ninguna certeza, ninguna receta para empezar a caminar por la parte más compleja de un camino, donde no hay camino.
Haceros compañeros de viaje cuando quien os presenta es el viaje mismo os supuso renunciar a ideas propias, a deseos personales y a protagonismos innecesarios. La solidez del proyecto que hoy vivimos descansa en gran medida en la sencillez de planteamientos y en la renuncia en pos de hacer mucho mayor la suma de todos que los pocos de cada uno.
Os movisteis por la magia de lo nuevo y la intuición que ofrece la pasión siempre al servicio de un ideal incuestionable. Y crecisteis como hace crecer la Vida, como la Vida os quiso hacer crecer.
Las reuniones os resultaron interminables en ocasiones, los atascos ideológicos y de forma de trabajo mermaban nuestras fuerzas, sólo en ocasiones, pero no la ilusión de avanzar y por eso, poco a poco, fuisteis viendo los frutos. Llegaron los papeles oficiales, los acuerdos con los bancos, la página web, los primeros proyectos y, por fin, la presentación en sociedad.
Hoy, apenas dos años después de aquél sereno fin de semana en tierras burgalesas donde nace Achalay, es momento de agradeceros, a quienes fuisteis valientes vuestro valor, y a quienes nos enseñasteis el camino vuestra intuición, vuestro compromiso y vuestro ejemplo.
Podéis mirar hacia atrás y sonreír complacidos, podéis tener la tranquilidad de quien lo dio todo por nada a cambio y ahora que la vida os pide más, de verdad, más como padres, como novios o matrimonios, recogemos vuestro testigo y os invitamos desde aquí a mirar hacia delante.
Muchas gracias Pedro, y Pablo y Lourdes y Gonzalo y Conrado y Alejandro. Muchas gracias de todo corazón.
La Nueva Junta Rectora.
P.D. Recordar aquellos momentos compartidos nos trajo a la memoria las estrofas de aquélla vieja canción de Miguel Ríos, “Todo a Pulmón”. Fue difícil, pero muy hermoso.