En Achalay trabajos día a día para hacer efectivos los derechos de los niños y niñas

El pasado 20 de noviembre se celebró el 24º Aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, que es el tratado internacional de derechos humanos más ampliamente avalado, ya que ha sido ratificado por 196 países.

El pasado 20 de noviembre se celebró el 24º Aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, que es el tratado internacional de derechos humanos más ampliamente avalado, ya que ha sido ratificado por 196 países.

Reconoce a todas las personas menores de 18 años como sujetos de pleno derecho. Todos los Estados Parte, incluyendo España, están obligados a respetar los derechos de la infancia recogidos en la Convención y hacerlos cumplir sin distinción de color, sexo, idioma, religión, opiniones, procedencia, posición económica, creencias, impedimentos, nacimiento o cualquier otra condición de la niña, niño, de sus padres o de sus representantes legales.

Para celebrar esta fecha, los niños y niñas de Achalay pasaron una tarde de lo más divertida compartiendo inquietudes y recorriendo esos derechos a través de las actividades diseñadas por las distintas asociaciones participantes (se subieron en una ambulancia, hicieron un mural sobre la diversidad familiar…).

Y es que en Achalay, día a día trabajamos por hacer efectivos esos derechos y seguimos haciéndolo aun a pesar de enfrentarnos también cada día, a su vulneración. En una sociedad que cada vez parece más crispada, el mundo de las personas adultas apenas mira a esos niños y niñas que reclaman atención y cuidado. Y no hablamos únicamente de las personas con las que trabajamos, estamos hablando de la infancia en sentido amplio, a la que hay que proteger aquí y en todas partes.

Por tanto, nos gustaría recordarnos la necesidad de seguir impulsando proyectos en los que el bienestar y el interés superior de los niños y niñas sean el centro de cada una de las acciones desarrolladas. Y sobre todo, tener presente a diario, la necesidad de mirarles y escucharles, porque también ellos y ellas son constructores de este mundo que necesita ser transformado para que los derechos no sean una quimera sino una realidad.