Cuando todas las piezas encajan, los objetivos son cada vez más grandes

Charlamos con Alberto y David, los profesionales que están detrás de Achalay Diversidad. Este año se ha comenzado a desarrollar LICEO, un proyecto de formación vocacional para el desarrollo personal de jóvenes con discapacidad intelectual centrado en favorecer la participación social y el bienestar emocional

David Tanarro Colodrón y  y Alberto Sánchez Alonso, los profesionales del equipo de Achalay Diversidad

¿Cómo valoráis este primer año de Liceo? ¿Hay alguna novedad para el año que viene?

David. Este primer curso ha sido un éxito, y no porque lo digamos nosotros, sino porque así nos lo han indicado los alumnos y las familias, que son a los que realmente habría que hacerles esta pregunta.

Prueba de ello es que para el curso que viene hemos completado las plazas y tenemos algunos alumnos en lista de espera. Esto, para nosotros, es el reconocimiento a todo el esfuerzo y a la buena labor desarrollada, además de un aliciente para continuar por esta senda.

Nos ha servido para ir estrechando lazos de colaboración con diferentes entidades, especialmente con la Universidad Complutense de Madrid, que siempre se ha prestado a contribuir en las propuestas. Prueba de ello es que de cara al año que viene contaremos con nuevos proyectos de integración.

¿Cuál es la realidad con que se encuentran muchos jóvenes con discapacidad intelectual si quieren seguir estudiando? ¿Qué alternativas tienen?

Alberto. La realidad es que no tienen apenas ofertas formativas, y las que hay, en su mayoría, se basan en el aprendizaje y búsqueda de un empleo. Por eso nosotros nos basamos en la formación, en el desarrollo personal a través de una formación integral que sirva a los jóvenes con discapacidad intelectual para madurar y mejorar las habilidades necesarias para el día a día.

David. Es paradójico que justo aquellas personas que más formación necesiten sean las que menos posibilidades tengan. Es impresionante comparar los recursos formativos de los que dispone la población sin discapacidad intelectual frente a los que disponen las personas con discapacidad intelectual. A estos los pocos recursos formativos que se les ofrecen suelen ir vinculados al itinerario profesional de auxiliar administrativo, ¡que no siempre es lo que les interesa!

Si que es cierto, que hoy hay muchos más programas formativos que hace 5 años, y poco a poco van saliendo nuevos programas. Aun así, todavía falta mucho apoyo por parte de la administración. Nos hemos encontrado con familias que no encuentran ningún recurso formativo para el curso que viene, y no tienen más alternativa a que el joven se quede en casa durante todo el curso. ¡Esto es una barbaridad!

¿Qué tiene Achalay Diversidad que no hay en otro sitio?

David. En el programa Achalay Diversidad, se unen dos valores: el valor Achalay de ayuda a los que más lo necesitan y el valor Diversidad, el cual conocemos los profesionales y familias que vivimos de cerca la discapacidad intelectual, y que se traduce en la importancia de la diversidad como motor de cambio social.

Alberto. No nos gusta comparar, suena a competitividad, y la profesión que ejercemos no podemos ser competitivos, lo importante es trabajar todos por la calidad de vida y los derechos de las personas con discapacidad intelectual.

Después de todo este año de trabajo con Liceo y con los cursos de las tardes, ¿cuál es la percepción y acogida de esta formación por parte de la comunidad universitaria? ¿dificultades? ¿alguna anécdota que queráis destacar?

Alberto. Cuando supimos que teníamos la posibilidad de llevar a cabo el proyecto en la Facultad de Educación sabíamos que nos podríamos marcar grandes objetivos, ¡y ya hemos cumplido varios de ellos, por ejemplo, que nuestros alumnos se relacionen con el resto de estudiantes! Gracias a la implicación de la Comunidad Educativa nos estamos planteando otros mayores, como aportar nuestro granito de arena para mejore la atención de las personas con discapacidad intelectual en los colegios de integración mediante la sensibilización y acercamiento de la discapacidad a los futuros profesores.

David. Para nosotros fue un privilegio que la Facultad de Educación nos abriese las puertas, porque esto ha supuesto la oportunidad de acercar la discapacidad a los docentes del mañana.

Prueba de esta acogida son las 8 alumnas en prácticas del Máster de Educación Especial que han pasado por el aula de Liceo, las 11 alumnas de la Facultad que se presentaron voluntarias para ser “alumnas enlace” de los alumnos del proyecto Liceo, con los que quedan para charlar, comer o ir al cine, los 3 profesores de la Facultad que adaptaron sus clases para poder acoger durante una sesión a los alumnos del proyecto, las más de 50 personas que participaron del proyecto profesional “Mercadillo de intercambio de ropa” que los alumnos de Liceo organizaron… ¡y esto no ha hecho más que empezar!  Para el año que viene se prevé mayor participación e integración en la Universidad, con nuevos proyectos que desarrollar de la mano con la Universidad.

¿Cuáles son los retos, los objetivos de cara al futuro?

Alberto. Cuando todas las piezas encajan, los objetivos se van haciendo poco a poco cada vez más grandes. El verdadero reto es seguir trabajando como hasta ahora para conseguir que nuestros programas de formación estén plenamente integrados en el día a día de la Facultad de Educación, donde nuestros alumnos no solo compartan espacio con otros jóvenes sin discapacidad, si no también experiencias conjuntas.