Acotar el término familias en todas sus extensiones no resulta tarea fácil. Históricamente antropólogos y sociólogos ya han tratado de poner un poco de cordura desarrollando diferentes teorías sobre la estructura familiar y sus funciones. Sin embargo, lejos de toda propuesta, a día de hoy seguimos “dando vueltas” a dicho término con el objetivo de hacerlo más global e integrador.
Es por ello que se habla de familias como instituciones de reproducción social con obligaciones y derechos detallados que hacen mención a la educación integral de sus miembros. Miembros que no sólo tienen que tener cubiertas las necesidades legales más inmediatas, sino que tienen que generar, transmitir y reproducir sentimientos, vivencias, valores y en definitiva dar sentido común a sus vidas.
Dentro de este gran sustrato donde se desarrollan las funciones más afectivas de interrelación y comunicación, el ocio es uno de los elementos que colaboran en la conjunción de experiencias personales e interpersonales. -¿Qué es sino más que disfrutar de nuestro tiempo libre de una forma saludable?- Nuestra sociedad, donde priman las prisas, el estrés, la digitalización y el mundo dominado por las pantallas hace que hayamos dado paso a un sistema casi robótico donde se promueve el individualismo, la escasez de la comunicación y por lo tanto el contacto entre los unos y los otros, incluso en la propia familia.
Familias que acaban sucumbiendo a la gran oferta de actividades extraescolares que ofrecen cada tarde los centros escolares y que mantienen a los niños y niñas en una continua institucionalización con jornadas interminables.
La familia acaba dejando paso y privilegio a una escuela que forma y presta herramientas básicas de socialización y educación, donde se desvirtualiza su definición inicial y sus integrantes se convierten en unos desconocidos.
Desde Achalay apostamos por alternativas de ocio y tiempo libre familiar donde se promuevan actividades varias (como pueden ser juegos familiares de tipo intergeneracional, salidas de fin de semana, visitas a espectáculos, etc) que favorezcan intercambios y vivencias distintas así como experiencias conjuntas, se creen lazos capaces de favorecer el desarrollo y cohesión familiar. Consideramos fundamental la formación en materia de ocio y la reeducación en el juego para afrontarlo de una manera saludable, mostrando múltiples alternativas de esparcimiento que resulten atractivas para madres, padres e hijos. Para ello es fundamental que nuestro modelo de protección social invierta y apoye esta actividad dentro de sus políticas de infancia y familia no como un extra, sino como una necesidad básica capaz de generar la igualdad de oportunidades en la convivencia social y por lo tanto, que se contribuya desde otro vértice más a la ruptura de la perpetuación de la pobreza incluso en el terreno de ocio y tiempo libre.